sábado, 24 de octubre de 2009

INTERESANTE...

Por el interés que me ha despertado este artículo, me permito reproducirlo.
Aunque está inspirado en la competición de Doma Clasica, como se verá en su contenido, es extrapolable, sin la menor duda, o al menos es lo que pienso, a nuestra querida Doma Vaquera y a cualquier competición deportiva.
Reflexionemos sobre lo expresado y aunemos esfuerzos para que brille el "juego limpio".
La Doma es un deporte subjetivo, al igual que la gimnasia, la danza artística, etc. Lo es porque depende del criterio de unas personas que juzgan. Y, como cualquier juicio, el dictamen siempre producirá emociones encontradas, a favor y en contra. La subjetividad es algo que no se puede eliminar, a no ser que se evite la figura de los jueces y que quien juzgue a partir de entonces sea un programa informático conforme a unas variables de movimiento, previamente conocidas por todos. Aún así, esas variables serían tildadas probablemente también de subjetivas.
La subjetividad del juzgar también aporta al deporte una humanización del concepto "Jugar". Quien compite ha de jugar también con las emociones del juez, y procurar convencer sobre la mayor perfección, técnica y belleza de su juego. No es la primera vez que la perfección técnica no emociona, no cautiva, no llega a los corazones, y por tanto no puntúa lo bastante. De hecho es la parte imperfecta de la misma perfección la que más nos puede atrapar. Salvando las distancias, por ejemplo, un Caruso está muy por debajo en voz y en técnica que un Alfredo Kraus, sin embargo oír las antiguas grabaciones del primero aún hoy nos cautiva y emociona con su lirismo improvisado.
Lo único que podemos pedir a los jueces es, siempre, más formación, más conocimientos, no solo sobre la Doma Clásica sino también sobre el arte y la vida en general, porque todo acto de juzgar implica acudir a una visión amplia y generosa de la vida. Juzgar es también tener en cuenta dónde se está, a quién, en qué circunstancias y contexto se está juzgando. Aplicar estricta y aisladamente el reglamento puede llevar a situaciones cuanto menos no deseables.
Los errores de la Doma vienen del sistema actual de juzgamientos, sistema que depende en exclusiva de la FEI y que en absoluto parece dispuesta a introducir grandes cambios, en la línea de como ya se ha hecho en otros deportes también subjetivos. En el último número de nuestra revista Trofeo Doma Clásica se nos anuncia por boca del Task Force que no los esperemos.
Esto es lo que hay.
Por otro lado, hay algo que si está en nuestra mano, en la de todos, y que no depende de la FEI, es el llamado "fair play", el juego limpio, y que parece tan olvidado hoy día. Se trata de una expresión que se usaba para aludir a la actitud leal y sincera de los deportistas. "Fraterno hacia el contrincante, respetuoso ante el árbitro y correcto con los asistentes".
Las conductas deportivas cuestionables las encontramos hoy en todos los ámbitos, no sólo por parte de jinetes y amazonas, sino por parte también de dirigentes, sponsors, padres y familiares, jueces, entrenadores y público.
El objetivo básico del deporte es "jugar" cuando hacemos una actividad, la de montar, que nos es agradable, nos divierte, nos satisface, nos relaciona con otros. Sin embargo a la idea francesa de que lo importante es participar hoy se contrapone la estadounidense de que "ganar no es todo, es lo único". No es infrecuente ver en los concursos como se denigra a los compañeros, a los jueces, a los dirigentes, a las instituciones, a los caballos.
Los jinetes y amazonas deberían disfrutar del hecho de jugar montando sus caballos, no deberían ser deshonestos por la sencilla razón de que nadie les controla, no deberían nunca discutir las decisiones del árbitro, y sí reconocer las victorias del contrincante y alegrarse por ellas porque nos enseñan que aún nosotros mismos podemos mejorar. Debemos querer ganar, no quererlo es una falta de respeto también, porque nuestros contrincantes se merecen el respeto de que compitamos sin condescendencias.
"Las normas sobre juego limpio indican a los padres de nuestros menores de edad que no impulsen a sus hijos a practicar deportes que no desean practicar, que no los ridiculicen por una derrota o un error, o que no los ensalcen en exceso por un triunfo, que no pierdan el control durante los concursos y sobre todo que sean moderados en sus reacciones, que jamás cuestionen a los árbitros ni mantengan discusiones con otros padres o los entrenadores."
"Los entrenadores debe principalmente respetar la persona del jinete o amazona, absteniéndose de realizar actos denigratorios, cuidar su salud aunque ello pueda disminuir el rendimiento deportivo, promover el respeto por los oponentes y mantener una actitud cordial y de respeto con los otros entrenadores.
Y por último se exige a los medios de comunicación que los mensajes que transmitamos no incluyan que "lo único que importa es ganar" o asociemos el "perder" con el fracaso, así como que no promovamos rivalidades desmedidas o mensajes denigratorios de algunos de los competidores."
Entonces, Juego Limpio, en todos los estamentos. Intentémoslo al menos.

"Fair Play".

Artículo extraido de http://www.topiberian.com/


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